Todavía hay quienes, en nombre de “los valores cristianos” amenazados por la “subversión” tratan de justificar las atrocidades cometidas por la dictadura militar. El Informe de la CONADEP, sin embargo, afirma que muchísimas de las víctimas de esa inhumana represión caracterizada por una total clandestinidad y una abierta violación de los más elementales derechos humanos, desaparecieron “sin ser culpables de nada”. Lo afirma porque quiere servir como recordatorio del terrible genocidio que conduzca a los lectores a tomar la determinación de hacer su parte para lograr que el diabólico drama no se repita nunca más.
¿Qué nos corresponde a los cristianos decir y hacer frente al reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de liberar a represores condenados por delitos de lesa humanidad invocando para ello el 2×1? ¿Podemos quedarnos tranquilos con la idea de que quienes cometieron las horrendas atrocidades fueron “otros”, en tanto que “nosotros” fuimos sólo “neutrales”? Esa neutralidad sería como la de Poncio Pilato cuando se lavó las manos. No hay lugar para escudarnos en una supuesta neutralidad con respecto a cuestiones políticas: la “neutralidad” frente a crímenes tan nefastos como los que se cometieron bajo la dictadura militar es un eufemismo para la indiferencia y el desamor, la insensibilidad y la dureza de corazón. Lo mínimo que podemos hacer es censurar la violación, por parte del supremo tribunal, de postulados relativos a crímenes que por su naturaleza se consideran imprescriptibles. Y además, sumarnos a la protesta contra el desechable fallo de la Corte Suprema adhiriéndonos al comunicado de los organismos defensores de los derechos humanos sobre el tema. Porque estamos del lado del Dios que se reveló en Jesucristo como el Dios que es justo y ama la justicia, nos unimos a quienes otra vez levantan la voz para decir: ¡Nunca más!
C. René Padilla